miércoles, 27 de junio de 2012

Primer examen parcial

El martes 3 vamos a tener nuestro primer parcial. Los temas a evaluar son los que trabajamos con relación a crítica y a teoría de la poesía. Les recuerdo la bibliografía obligatoria: - Benjamin, Walter, "La técnica del crítico en trece tesis" - Vitagliano, Miguel, "La crítica y en ensayo crítico" - Ludmer, Josefina, "Prólogo" a Cien años de soledad. Una interpretación - Culler, Jonathan, "Retórica, poética y poesía" - Tinianov, Iuri, El problema de la lengua poética Se evalúa la lectura y comprensión de los conceptos fundamentales de cada texto teórico. En algunas preguntas se les va a requerir que ejemplifiquen con textos críticos o poéticos, para lo cual pueden tomar en cuenta lo leído en clase (Piglia, Quevedo) y lo que trabajaron los grupos. Por cualquier consulta, pueden escribirme a sandrafgomez@gmail.com Buena semana de estudio para todos Sandra Fernández Gómez

lunes, 11 de junio de 2012

Poemario de Dardo Dorronzoro

Prologo 1ro de la edición en línea Este hombre, este artista, conmemoró el día internacional de lucha de los trabajadores durante todas las dictaduras que presenció la ciudad de Luján en el siglo pasado, con la experiencia de los trabajadores del mundo el forjó su vida, con los sueños y los anhelos, con las rebeldías y las pasiones. Este hombre fue un artista en todos los sentidos y un hombre político; desde este lugar escribió. Y desde toda su humanidad apasionada construyo su literatura con palabras humildes y simples. La intención de este esfuerzo que se haces en transcribir su libro Viernes 25 es con la idea de que no vuelva a desaparecer, con el empecinamiento de que no desaparezcan los desaparecidos, con la obstinación de reeditar su lucha, sus paciones, sus amores encarnizados por la vida. Este es el principio de un trabajo de recopilación de toda su obra: editada e inédita; los que tengan material chequeado no duden en agregarlo a este trabajo. Dardo, es un ejemplo, es un pedacito de todas las vidas que se perdieron, Dardo es más que un Dardo, es treinta mil soñadores, solo que algunos -con los mismos sentimientos- no los pudieron plasmar en palabras, no pudieron garabatear en un papel todo el cielo que tenían adentro. Acá les va una pequeña porción de su vendaval de emociones, de su jugar con las palabras, yo no soy él, pero creo que él quería que las usen como un par de alpargatas hasta gastarlas, hasta copiarlas, hasta plagiarlas, hasta robarles versos, hasta pintarlos en las paredes, hasta hacer análisis sintáctico, hasta contarle los verbos y los sustantivos, hasta encontrar recursos literarios, hasta para lleva a una mujer a la cama, hasta para hablarle a nuestro perro, úsenlos, gástenlos, estrújenlos hasta sacarles la última gota de sangre, pero no los dejen desaparecer. También este esfuerzo -delicioso esfuerzo- es por ella, sí Nelly también por vos, querida profesora de Lengua y literatura que saliste a golpear cuarteles en busca de tu amor y te moriste un día sin encontrarlo. Nelly se que te hubiera gustado que haga esto, te revivo en cada tecla, vamos juntas a que nadie se olvide, a que nadie deje de soñar en un mundo mejor, a que nadie deje “que a Kulumba se lo coman los ingleses”. Griselda Feierabend Las Malvinas, Gral. Rodríguez, junio 2012, Selección poética Juan Padrón Barquín Rafael León de la Hoz Edición Miriam Martinez Diseño y cubierta Reina Segrera Editorial Ediciones Letras, S. A. México, 1989 INDICE PRÓLOGO. Por Nelly A. D. de Dorronzoro RAZÓN DE AMOR Cine mudo De todos modos Hermano Gustavo Adolfo Razón de amor Segundo poema del gran amor Este verano Poema de las seis de la tarde Búsqueda Semáforo 16 Semáforo 19 Alguna vez Poema en mayo para mi amada Los días no perdidos Yo tengo dos alas de alambre y papel chocolate Cartel DE ESTE LADO, SOLAMENTE HOMBRES Todas las mañanas Canción para mi sangre libre Mientras me matan Ellos, los que van a morir Declaración jurada Hombre con muerte Hay un hambre Chile en sangre Los conquistadores Solos Para hacer un poema Este mar cada vez más angosto Soy un hombre solo Yo quiero una máquina Algo sobre mí mismo Mi corazón no es De este lado, solamente hombres Los buenos tiempos Los amigos en invierno Historia Kulumba Los 18 whiskies de tu muerte, Dylan Thomas Para O.J.C. Cuando duelen los huesos Dejar la cruz en un rincón del bosque El hombre libre Él y yo Vamos a ver Y entonces Un techo y un perro La séptima raza Si queremos vivir Los pobres caballeros Semáforo 17 Yo, el gato Vivir EPÍLOGO: Las palabras limpian el aire, por Jorge Boccanera PRÓLOGO “Porque todo antes de ser poesía debe pasar por mi corazón, darlo vuelta con el grito para arriba, colocarlo cara al alba, cara al cielo. Todo debe pasar por mi sangre, por mis huesos, por mi respiración, por el corazón de mi sangre, pues yo soy un poeta, no un hacedor de versos bonitos”. Estas palabras que una vez el poeta escribió definen su posición estética, su irrenunciable fidelidad al hombre, a ese ser único, irrepetible, que está solo “desde el sollozo y el aire hasta el relámpago”, su apasionado amor hacia los seres más desvalidos, tristes y desamparados, “a los que se van sin haber llegado, a los que a veces sonríen, a los que a veces sueñan…” Por eso, la rebeldía contra un mundo dividido y despedazado, contra el sino sangriento de nuestros días, se alza y transita por estos versos como un dolor, como una cruz. Yo quisiera evocar aquí el habito cotidiano del poeta herrero que “organizando y desorganizando el fierro caliente a martillazos”, creyó que no era tan difícil vivir si se le daba al alma la forma de un pájaro, de una flor, de una selva, de una liz, tal como lo dice en un poema “Vivir”. Amaba las tardes silenciosas con ese vientito fresco de madreselvas y retamas, amaba las mañanas con el canto de las calandrias y el arrullo de las palomas que se detenían ante la fragua y amaba a ese gato de mirada sombría que lo observaba desde el rincón. Y luego los otros, el otro montón de perros y de gatos, y más adentro de su corazón, sus amigos, que llegaban por el camino de tierra a la casa donde siempre los esperó la lámpara encendida de una amistas fraternal, sin claudicaciones ni flaquezas. Todo un universo construido día tras día, año tras año, un universo de profundos ríos y serenas montañas, un universo alimentado y enriquecido con la magia de la fantasía que le hacía soñar con un mundo en donde no hubiera desigualdades, ni miseria, ni chicos tristes, ni hombres cazadores de hombres, un mundo en donde hubiera una máquina que produjera “pan, rosas y olvidos”. El poeta herrero creyó que no era doficil vivir así, mirando para afuera, hablando para afuera, gritando para afuera su condición de hombre libre al que jamás se le pudo atar la sangre. El poeta herrero creyó que no era tan difícil vivir así, indagando dentro de sí mismo el profundo misterio del hombre. Pero era indefenso, tan indefenso “como una gota de llanto con todo el cielo adentro”, según las palabras del poeta dominicano Manuel del Cabral, quien en una carta le dice: “Tu eres de aquellos humildes ante quienes los poderosos de desvanecen; a tu sencilleza le temen los palacios; eres indefenso como una gota de llanto con todo el cielo adentro: ¡qué montaña concreta tanto espacio, tanta altura!” Con este libro he querido rescatar algunos de sus poemas dispersos en distintas publicaciones; otros, totalmente inéditos, y he tratado de dar una visión de su pensamiento sobre el hombre, la vida y el amor. No sé si alguna vez llegará a ver este libro, acaso muchos de sus versos fueron premonitorios porque los poetas ven más claro y más profundo. No sé si alguna vez leeremos juntos estas palabras escritas hoy 25 de febrero de 1978, a veinte meses de haber sido arrancado –arrancado, sí- de todo lo que él amaba. El titulo de este libro recuerda aquel viernes 25 de junio de 1976, cuando lo vi, por última vez, caminando entre fusiles. Pero los poetas no meren. Es inútil silenciar su voz. La poesía, sobre las circunstancias mezquinas y perecederas, se levanta siempre como una llama, como una bandera, como el vuelo invulnerable de un pájaro. Nelly A. D. de Dorronzoro La Loma, Luján, verano de 1978 Desde hace tiempo siento la amenaza De este viento sobre la luz de mi lámpara, sobre esa luz que apenas me alcanza para no perderme entre las garras del mundo, entre los dientes de esa inmensa muchedumbre de lobos en la sombra. Me declaro culpable, muy bien, pero debo advertirles que ya ustedes me mataron, me enterraron, me borraron todas las arrugas y las lágrimas de mis hermanos, y me dijeron que te diviertas con los gusanos, pero olvidaron borrar las huellas que mis pasos marcaron en tantas calles y caminos del mundo. (Encontrado por su esposa Nelly en su escritorio, luego de ser secuestrado) PROLOGOin CINE MUDO Primero tuve un lío con Gloria Swanson cuando ella me miraba desde la pantalla y yo desde la última silla de la platea, luego fue con Mary Pickford, luego con Greta Garbo, pero siempre me persiguió la mala suerte con esas mujeres, tal vez porque no era buen mozo, tal vez porque no era el hijo de algún doctor o de un escribano, tal vez porque en ese tiempo todavía llevaba pantalones cortos, eran miradas van y miradas vienen, nada más, pero siempre a las muchachas se las levaba otro, hasta que un día me fui a ver a la bruja del pueblo y ella me hizo tres cruces con la pata de un sapo, me dio a beber una bebida amarga con gusto a cucarachas y ratones, y esa noche las tuve a las tres, llamando desesperadas a la puerta de mi casa, pero mi mamá las echó y me dijo que yo era muy mocoso para andar con mujeres. DE TODOS MODOS Con un ramo de flores en la mano, con una bomba en la mano, con un viejo retrato en la mano, el hombre tarda de todos modos en hacerse hombre; anda al borde de todos los precipicios hasta que se muere, y entonces dice me salvé, si es que se salvó, si es que en el camino no lo dejaron sin testículos, si es que la muchacha no le ha rechazado el ramo de flores, o si es que un perro hambriento no le comió la última lágrima de amor que le quedaba. HERMANO GUSTAVO ADOLFO Luego o mañana se irán las golondrinas, se irán desilusionadas porque cada vez las miran menos, porque todos van dentro de los trenes, dentro de los automóviles, dentro de sí mismos; todos van retorciendo sus problemas hasta que aparece un gusano, cómo entonces mirar las golondrinas, cómo ver que existen, como ver que hacen sus nidos junto a tu ventana, Gustavo Adolfo, hermano, comeremos un par de huevos con un vaso de vino, Gustavo, porque las golondrinas se irán luego o mañana y solo nosotros las vemos, solo nosotros sabemos que a las golondrinas no se la come fritas, que se la acaricia con un dedo cuando vuelan cerca de las nubes, que se las dibuja sobre un corazón a la madrigada, Gustavo, solo nosotros recogemos esa pluma que ellas nos dejan para que acariciemos la frente de nuestra muchacha cuando duerme. RAZÓN DE AMOR Por sobre la razón de las computadoras, nacen las rosas, nace una tarde de diciembre, un amor, o estalla un mar, un trigo, un niño, o una nueva Sodoma se levanta para ser destruida. No es la verdad un sinnúmero de tarjetas perforadas, y sí es un pan, un plato vacío, o es mi martillo golpeando el eterno corazón del hierro. La verdad es ese hombre, ese gusano o ese cardo que florece de sol en el amor de tus ojos. Cada uno es él, centro de sí mismo y de la oscura eternidad de los dioses. pero igual hay siempre una mano de vitales relámpagos -de antiguos vientos nacidos en el corazón del hombre-, que nos destruye, nos destruye y nos destruye, o nos arroja en medio de un desierto, de donde solamente el amor puede rescatarnos. Y así, de pronto, solemos ver dragones de metal engullendo ángeles, y oráculos anticipándonos una lenta muerte, sumergidos en este delicado incendio de amapolas. SEGUNDO POEMA DEL GRAN AMOR Es una historia tan larga. Noches de verte aquí, en este aire mío, en este humo de mi cigarrillo que forma tu imagen, noches de verte tocando la tristeza de tus ojos mi carne desvelad, dueña de mí y ausente, lejana mía, imposible, tan clara y bella como esta noche que se me acerca lentamente a la sangre. Es una historia tan larga. Necesitaría un millón de noches junto a tu corazón para contártela. Porque te amé tanto –quizás desde siglos-, que tu nombre se me hizo rumor de abejas y cielo con pájaros y azules, al comienzo de todas las mañanas. Y acaricié tu pelo segundo a segundo como lo acaricio ahora, acaricié tu carne tibia hasta dolerme tu ausencia, te estrujé completa y única hasta que me lloraron los huesos, besé el fondo de tus labios hasta quedarme solo. Pero no estabas. Tu corazón no estaba. Lejos de mí las flores de tu carne, lejos de mí tu aliento, tu piel, ese todo que formas al vibrar entera, y la tierra estaba triste, entonces, sin el viento de tus pasos, sin esa ternura que siempre te florece en los ojos. Es una historia tan larga, si supieras. Caben en ella todos los besos que no me diste. ESTE VERANO Este verano no he bebido una sola gota de atardecer contigo junto al río. Y las golondrinas, y los dragones de nubes y los heladeros y las esquinas con automóviles y monosílabos de grullas, o un dulce final de grillos y retamas nos esperan, para que no te alejes de mi piel dura de árbol y hierro y clara y asombrosamente parecida a la piel de los camellos y de los dioses. Y nos esperan muros de pinos y perros en la noche junto al cielo en luna, mientras yo manejo el color de tus ojos entre las piedras de una calle, y tus dedos cavan un pozo de eternidad para mi corazón enemigo de los tenderos y los barcos. En tanto, para hacer tiempo, yo te quiero toda con tus ciudades de recuerdos, toda de estaciones, a veces con trenes y noches, nostálgica mía, toda de caminos y viejas piedras sin olvidos, que ahora viajas por mis horas de luz entre paredes, por los estruendos que me nacen la carne, crepúsculo a crepúsculo, por una niebla mía, por estos labios de mi lluvia, que te besan los ojos cuando estás triste. Ahora viajas por todos los pueblos de mi sangre. POEMA DE LAS SEIS DE LA TARDE Necesito hoy tenerme de un hilo azul, inmóvil o dejarme correr por una tarde de río, o del viento o de una sombra endurecida por los sauces. Necesito, amor, mudarme a tus ojos en medio de las tormentas, cazar un grillo de luz, mientras se mueven todos los instantes de tu sangre, y necesito no quedarme en la otra orilla, no indagar rincones del olvido, no partir antes de iluminarme entero en todos tus amaneceres. BÚSQUEDA Quizás antes te busqué entre todas las mujeres, o quizás no te busqué, o te busqué en mis noches más oscuras, en mis calles más solas, sin llamarte por tu nombre porque tu nombre no existía en el mundo, en ese tiempo, y yo no tenía ningún nombre de mujer para llamarte; quién sabe cuántas veces habrás pasado junto a mí ocultándote el corazón, o cuando yo estaba tirado boca abajo en la tierra, mordiendo la tierra, o comiendo un mendrugo junto a los ojos de mi perro, o acaso yo estaba mirando algún lugar para morir sin encontrarte. Semáforo 16 Quisiera ir con los lirios de luz en cada mano, Nina, pero no me gustan tus poemas de amor, un gato te camina por las elles y no adviertes ese león de viento que se viene, ese mercado a las cinco de la tarde o ese chico que se mira el dedo gordo del pie, sentado sobre cualquier agosto o junio, sucio desde aquí hasta aquel ruido de pasos cautelosos, vidrieras y párpados misteriosamente entornados. Nina: a veces se juntan pómulos, noticias del club y puchos del primer barrendero a las seis de la mañana, y el sol se parte, después, y hay espaldas de malditos y ratas y calles que llegan al hueso, o cáscaras que se terminan delicadamente, y uno cruza ,entonces, aprieta un botoncito y huele un dulce tufo que lo pone triste. Yo hubiera sido compinche de François Villon, Nina, por si te interesa, camarada de Pancho Villa, y el último amor de aquella linda prostituta romana, año 108 antes de Cristo, que se acostaba gratis con los poetas pobres, pero ellos estaban allá, están allá, y yo estoy aquí, ahora, cubierto de perros, ayeres, mañanas y lustradores de botines, tratando que no mueran. Nina, tendrías que salir a dar una vuelta por la vida. Verías cómo ellos se mueren después de una corta muerte y cómo duelen puertos y bestias con botas y sudor y pupilas cada vez más rotas de vino o caña fuerte, y ese solo pan, para siete, y andamios y la leche del alba en cada Juan, en cada muchachita laburante, en cada uno de los que te traen ese brillo de tus zapatos, ese decúbito infatigable, o ese mirarlos con la mitad de tu ojo desocupado. Nina: yo te regalaría un enano gruñón, una lupa para mirar al enano, un pacholí para que vayas al diccionario y un Sísifo patilludo con la última piedra al hombro, listo para dejarla caer sobre tus dioses de mazapán y sombra de chocolate. No conozco nada sobre cría de gusanos manzaneros, Nina, todas las cosas que yo digo ya han sido dichas alguna vez, pero la luna ya se viene bajando por el sauce y afuera se suicidan sapos, brujas y retamas. Semáforo 19 Ocurre, marta, que suelo inventarte de rojo, que suelo inventarte de catedral, de Greta Garbo, de sombra celeste en la tarde; y ocurre que también invento un pájaro en un costado de tu boca cuando dices caballo, lluvia, niños marrones, o cuando me dices herrero y buscas la luz y el horizonte de tu sangre en mi sangre. Pero ocurre, Marta, que a veces no me encuentras, o me encuentras convertido en un montón de gatos, en un no olvido –ese vértigo de rincones-, con libros, ausencias, con un reloj amarillo y lento, con una rosa, un retrato o con algún amigo que me habla delo mal que para los pobres pobres andan las cosas. Sin embargo, en ocasiones, Marta, me encuentras caminando como un viento de sauce, como una tristeza de lluvia, por esa tristeza que te anochece el corazón, que te hace los ojos marrones, niños, río o acaso invierno, o acaso alguna boca que se duerme sin el sabor del pan en sus orillas. Marta: ahora pongo mi oreja sobre la tierra y oigo tus pasos por el corazón de octubre. Marta: explícame una mariposa, explícame una nube, Marta, siempre es noche, allá, o donde siempre es frío, o soledad, o llanto, que ahí tu carne estará en la carne del herrero, en la luz del herrero, que ya, ahora mismo, gira, se desbocan, se encabritan los caballos del alba. Marta, yo te invento de rojo, yo me pongo al hombro tus veinte años y marcho, yo acerco la mañana y tu cabeza a mi pecho, yo fundo un pueblo para que lo llenes de octubres y madreselvas. Marta: afuera ladran los perros, escucha: una estrella desciende para nosotros. ALGUNA VEZ Alguna vez fui alguien que viajó en el fuelle de los trenes, fui el hombre que había perdido la hora de tus pasos; alguna vez fue solamente una soledosa tierra de nadie, dos labios para decir tu nombre en la noche, dos labios para besar la boca de tu larga ausencia, pero mírame ahora, coloca tu mano aquí, donde están las flores de tus ojos y oirás el paso de tu amor por mis venas, oirás tu nombre, la luz de tu respiración y este viento que ahora sacude mi sauce, esta lenta lluvia, este marzo, esta noche que pasa lentamente por los extramuros de mi sangre sola. No, no me importa, sé que tu amor tiene el tamaño de un horizonte, sé que tu amor y el mío no caben en este profundo misterio de la noche. POEMA EN MAYO PARA MI AMADA La calle es un circulo cuando llegan los señores y yo me muero. No te mueras en mayo me dicen desde una mañana abierta. Pero yo debo morirme porque me han dejado el cráneo sin corazón ni rosas y la calle es un circulo cuando llegan los señores. Sin embargo, amada, el mate y tu mano tienen el mismo resplandor de altura, y me acercan debajo de este sol que comenzó en agosto, la misma tarde en que murió un guerrillero enseñando el alma mientras los generales daban voces de mando en los jardines. Claro que después serán otros los que destapen inviernos, los que se coman el viento helado, la niebla triste, los que se lloren frente a frente de olvidos y recuerdos, los que ya no tengan ni un clavel de luz para sus sombras. Pero yo llegaré desde mi muerte con los tigres necesarios, con los ríos de septiembre y tu amor, amor, a mi costado -limpio el aire de tu brazo en mi cintura clara-, y toda la sangre de mi voz copando los silencios. LOS DÍAS NO PERDIDOS Los miércoles eran días nublados generalmente, y generalmente llovía los jueves pero nada más en las calles de tierra, por donde me llegaban los gatos con las patas embarradas, y entonces no venías a las cuatro de la tarde ni a las cinco, y eran todas las estrellas y todavía te estaba esperando, y era el día siguiente con los gatos y el sol y el vapor de la tierra mojada, y se moría alguien y uno decía qué lástima, y llegaban los mosquitos, llegaban albañiles y llegaba algún muchacho sin cigarrillos, se hablaba de Sofía, de la guerra de Vietnam, de pibes que se disfrazaban de nosotros para no ser ellos, del pan con una forma determinada, más bien poco, más bien caro, más bien como un largo aliento cansado sobre la mesa, y enseguida nos poníamos a hacer la revolución debajo de las ranas, debajo de ese vientito fresco con madreselvas, pero la cuestión era difícil porque no estabas, y yo no decía nada, sin embargo me levantaba los pantalones a cada dos minutos, eso sí, me sentía muy flaco, y la revolución no avanzaba pese a los albañiles, pese a que las bombas estallaban en todos los rincones de los libros, y eran muchas las horas que se iban por el mundo, y eran muchos los chicos que se morían de tanto esperarnos, y entonces nos poníamos a dar vueltas las veletas, la cola de los pájaros a comer mandarinas, a preguntarnos adónde estaba la falla del viejo Marx, ese gran loco, y entonces llegabas, nos sacabas los libros de las manos, nos sacabas el mate, nos sacabas las cáscaras de mandarinas y nos señalabas un lugar difícil hacia el medio de la vida. Qué gran cosa era que llegaras. YO TENGO DOS ALAS DE ALAMBRE Y PAPEL DE CHOCOLATE Yo tengo dos alas de alambre y papel de chocolate, tengo dos alas y una vez que nos encontramos para siempre, cuando estaban las criaturas y el mundo y los perros sucios, cuando estaban las calles y el pan negados, y los dioses derrumbaban sus muros sobre la soledad de los pobres, pero comenzamos a querernos y a inventar mariposas en la tarde, comenzamos a mirar las voces enemigas y los gatos, comenzamos a mirarnos la sangre a través de arcángeles y de lobos, comenzamos a lustrar tardes de veranos y a pintar pájaros en el viento, aunque a veces yo me iba con el silencio y mis hermanos silenciosos, y los campos de arroz y la metralla y las chozas y los chicos casi muertos me lastimaban esta entraña y esta carne que ya eran tuyas, me lastimaban este dolor tan viejo que ya no se sabe dónde está la esquina, y tus dedos entonces marchaban los nuevos caminos para mis venas, y tus ojos iban y venían por la orilla más clara de mi noche, mientras yo te contaba la música lejana de los circos, te contaba calles, estaciones y hombres tristes, y una revolución que ya incendiaba todos los senderos. Pero yo tengo dos alas de alambre y papel de chocolate, tengo dos alas y una vez que nos encontramos para siempre. CARTEL Corre las agujas del reloj, ya son todas las horas sobre el viento del mundo, amor, pero yo igual miro la luz de tus ojos y salgo para no olvidarme, para no recordarme, para no gemirme, para matar ayeres y sombras, para colmarme al hombre toda esta tarde junta, todo este invierno, todos estos chicos que salen de sus cuevas para mirar mi cara de alambre y piedra, de remotos hombres a la orilla de los ríos y de los pájaros, mientras levantan un solo pedazo de su mugre para ensuciarme el pelo y las orejas, pero yo me pongo el traje de buzo, el traje de torero o el traje de ministro a la hora en que se amontonan detrás de los mostradores, y me marcho con los bueyes del alba, con la sombre de los tigres, o me rasco los granos de mi abuelo, el que se emborrachaba con viruta de madera y ellos siguen ahí firmemente solos, querida y yo digo que me midas de abajo para arriba, de la sangre para afuera, de los pobres que me llenan de los sueños para afuera, pero ellos igual tosen, aúllan, gruñen, se convierten en ratones, se mueren antes de saber si el pezón de la madre es la lengua de un gato, si el pezón de la madre es el dedo de un dios, si el pezón de la madre es el ojo de una carabina, si el pezón de la madre es un ciervo corriendo por los bosques. Todo muy hermoso, ya ves. Vamos al circo, entonces, vamos a rodearnos la cara de milagros, de jefes de golondrinas, vamos a buscar el retrato que mejor nos quede a la cintura, el lecho nupcial que mejor nos quede a la cintura, mientras algo se incendia por ahí, detrás de las cajas registradoras, detrás de los números, las condecoraciones y los relojes de entrada, y ángeles taciturnos andan amontonando las piedras sangre a sangre, las calles y sus próceres sangre a sangre, el amor del hombre sangre a sangre, y no valen ni brujos ni artimañas, ni Alí Babá y sus cuarenta ladrones, ni los lobos que devoraron a nuestros abuelos, ni las señoras que lloran a la hora del té todos sus gusanos, ni los que gimotean por la sarna de su oso hormiguero, por la mirada cruel del herrero herrero, por el hundimiento en el mar de su próximo enero, pero hay que apurarse un poco, hay que hacerlo, hay que unir las patas y los picos, los luises y los martillos, antes de que vengan y nos digan: usted es un tornillo, usted es un engranaje usted es una rueda de 25 centímetros, usted es una lámpara de acetileno. Sí, sin embargo, yo voy , regreso con las venas y las manos vacías, te digo te quiero. Me como las uñas y organizo largos y profundos subterráneos para el invierno, y ellos se mueren a razón de uno cada 30 segundos sin pedirnos permiso, y yo a veces te pregunto no hay un fusil por ahí, no hay algo para que la sangre se me convierta e n muchos panes, en muchas mariposas, en muchas barricadas, para que se me convierta en una tremenda luz que les alumbre el alma, que les alumbre los ojos, que les caliente esos esqueletos vacíos, cada vez más del color de la tierra. Entonces me miras, el prestamista me mira, el dueño de las palabras de perdón me mira, y alguien dice: recuerdo que mi abuela amaba los crepúsculos. Después comienzan a llegar los pájaros del Norte, del Sur, del Este, del Oeste, comienzan a llagar los hombres hasta la altura del alba, comienzan a llegar lágrimas tan antiguas como esta mano antigua y dura, y esa luz que se abre a chorros de pétalos, de palomas, de amor sobre el corazón de la tierra. DE ESTE LADO, SOLAMENTE HOMBRES TODAS LAS MAÑANAS No me cortarán el viento de los ojos, yo te digo; no me cambiarán de azul la torre de los pinos, ni manejarán palomas con las nubes de mis dedos. Yo soy todas las mañanas de los hombres, te digo, todos los inviernos, todos los eneros, yo soy una sangre perdida en la calle más antigua, una espuma de llanto y una tos en los jergones; yo soy para siempre en mi último camino. CANCIÓN PARA MI SANGRE LIBRE Se muere una sola vez. No habrá más agua ni amigos, no habrá más guitarra, ni río ni muchacha suave, no habrá ya un perro junto a tu corazón. Se muere sólo una vez. Sí. Y no escupirán mis pasos ni atarán mi sangre. Mi lengua es ésta, mírala, nacida para decir cosas. Y yo no quiero el pan de tus manos, ni quiero el vino. Yo no quiero, no colgar retratos, ni dormir entre sábanas almidonadas, ni quiero que me alumbren de flores ni de pájaros ni de trigos. Yo no quiero silbar o cantar o gritar. Yo no quiero mirar las nubes o el abdomen sucio de los señores sucios yo no quiero mirar de costado a los ministros, morir en cualquier amanecer con la sangre limpia. MIENTRAS ME MATAN Comenzaron a matarme de a uno hace muchos siglos, después de a setenta, después de a quinientos, hay que ver cómo me matan ahora de a miles en cada esquina, en cada feriado, cómo fabrican sueldos y galones con los huesos que me quedan, cómo fabrican calabozos para poner algún rincón de mis pantalones, y cómo se turnan entre gordo y gordo para ver de qué ojo muero primero, pero resulta que cada vez soy más uno de los otros, uno de los que nacen y renacen y vuelven a nacer entre los fuegos, que cada vez tengo más luz, más pájaros, más flores en la puntería, que cada vez me soporto más elegantemente entre los fierros y los veranos, y hay veces que me pregunto —me digo para mí— si ellos no harían mejor en cambiar de uñas y de cuentas, de andar de peldaño en peldaño hacia abajo de las luces, o en comprarse una sangre nueva, una sangre más limpia para usar en feriados y domingos. Pero eso de matarme tanto con papeles no terminará nunca, y ya se sabe que la primavera avanza sobre los huesos y los aullidos del invierno. ELLOS, LOS QUE VAN A MORIR Esos son ellos. Míralos con tus ojos de pañoleta andaluza, con tus huesos de andarivel y perros aulladores, con tu sangre de girasol destrozada. Son ellos, sí. Están de ese lado oscuro de barcas, aviones y locomotoras y de bosques ardiendo sobre tu pies de alba. Están de ese lado, en esa ciudad de tu hambre, en ese grito, en esa sombra en ese noche de aullidos y de uñas. Míralos, allí están, sin espejos, sin mañanas, sin ángeles de trigo ni semáforos, sin duendes de luces y de nubes. Allí están, sobre tu pan y tus violetas, violando la claridad de tu sangre. En aquel lado están ellos, sí. Míralos cómo trepan el olvido y los frescos cadáveres de sus carnes. Allí están . Ven, crucemos por ese mar de tu dolor. Y de tu miedo. Ven. Vamos a enterrarlos en una tumba de fusiles y de palomas. Declaración jurada No es solamente la luna ni el rocío ni la luz celeste de los pájaros, puede también ser una alpargata vieja, toda agujereada, toda casi muerta después de andar fábricas, andamios o duros y calientes caminos de noviembre. No, no necesariamente todo lo poético debe ser bello. Yo he visto horribles chicos grises como la tierra comiendo tierra, yo los he visto ahí, con sus andrajos y su mugre, reptando, y los he tocado, acariciando su piel y convertido en ángeles, en mariposas, en viento de septiembre. Porque todo antes de ser poesía debe pasar por mi corazón, darlo vuelta con el grito para arriba, colocarlo para el alba, cara al cielo. Todo debe pasar por mi sangre, por mis huesos, por mi respiración, por el corazón de mi sangre. Pues yo soy un poeta, no un hacedor de versos bonitos. Yo soy un poeta que ama a los que no tienen amor ni pan, a los que se van sin haber llegado, a los que a veces sonríen, a los que a veces sueñan, a los que a veces les crece un fusil en las manos y salen a morir por la vida. En suma: yo he sido, soy y seré un poeta revolucionario. Sobre mi tumba verán florecer un puño. HOMBRE CON MUERTE No asustarse si le preguntan cómo le va, o cómo está su mujer o su hijo o su madre o su hermana o sdu suegra o si se interesan increíblemente por sus gatos y sus perros y las hormigas de su casa, o si quieren saber si sus vacas se reproducen de acuerdo a sus cálculos, o si su negocio de usurero sigue marchando a sangre ajena como siempre. No, no asustarse; ese interés de la gente no significa en lo absoluto una anormalidad del hombre en continua lucha contra otro hombre, ni el fin del mundo por eso está próximo, aunque sí está próximo –hay que decirlo- el día de los hombres sin escupirse, sin fusilarse, sin pasarse la mano por la frente, sin llorar, pero llorando por dentro, debajo de sus lágrimas, desde el principio oscuro de los látigos. Todo esto no lo digo por decir algo, porque podría decir viva la patria, ponerme a llorar por la patria o besar el piso de un calabozo por la patria o no decir nada y contar las veces que he pensado claveles, hombres tristes, lunas desorientadas a las tres de la mañana, borrachos, o antiguos lunes, inviernos y alpargatas rotas de setenta centavos. O podría, fíjate, tirarme con todos mis años de cara al viento, ahora, hoy, siete de octubre de mil novecientos setenta, es esta tarde toda llena de un hombre caído al costado de un monte con pájaros y con su muerte. HAY UN HOMBRE Hay un hombre en América que ya no se espanta las moscas, que ya no se lava la cara con el agua de los ríos, que ya no se calza todos los días un pedazo de sangre para ir a despertar pájaros en la selva, que ya no sale de su duro pellejo, de su corazón, de su enorme lágrima, en busca de esa otra lágrima americana que se repite desde que su mano comenzó a nacer, antes de tiempo. Hay ese hombre Ernesto elaborado por cuarenta primaveras y muerto como una flor a un panal de abejas, pero que no está muerto, que continúa aquí, aún, en este costado del mensú, del indio, en este perfil de carne guerrillera, de carne que crece desde abajo y busca a uña, a dientes, a fusil, a llanto, a los dueños del pan y de la tierra. Hay ese hombre Ernesto, sí, y tendrán que matarlo otra vez debajo de esa camisa, debajo de ese cuero, antes de que llegue el día. CHILE EN SANGRE Todo el mundo se va a morir de pie en Chile, no lo dudes, digo los Salvadores, digo los Pablos, digo los Alfredos, nadie se arrodillará para que las rodillas no le pesen en la sangre, todo el mundo ha de morir en Chile con su sangre. Luego se levantaran sus sangres, cada uno con su sangre, cada uno con su muerte en medio de lobos y chacales, cada uno con su fusil, con su luz, con su mediodía, cada uno con su Chile, cada uno con su sangre. Se levantarán del barro, de la noche, de los generales, enterrando generales en los olvidos más hondos de la tierra, encendiendo generales en todas las hogueras de la sangre. Y serán amapolas de sangre, trigo de sangre y amapolas, mineros hermanos con sus lámparas, con sus campanas, con los minerales ahí, con toda la sangre encendida, con todo el olvido y la muerte de los turbios generales. Y estaremos aquí y estaremos allá con la sangre en banderas, con la sangre de los estadios, de las calles, de las fabricas, con la sangre otra vez que se eleva, que se levanta, que se mezcla con la sangre más pura de las flores y los pájaros. LOS CONQUISTADORES Yo no creo – nunca creí- en tus cuentos oscuros, sólo me basta estar aquí, tirado sobre los altos pastos de octubre, para saber si debo o no agregarme a la legión de tus sombras, pese a todos los insectos que me caminan por la barriga, y que han de devorarme íntegro, cuando llegue la noche, sin tu presencia, sin la presencia de los que ayer torturaron a todos estos huesos que ahora veo debajo de la tierra, antes de que llegaran mis abuelos a esta ciudad sin luz ni remordimientos. Pero no me importa. Yo también alguna vez fui ellos, el frío, alguna vez, me agujereo con sus relámpagos piel y alma, la dicha de todos se me plantó en el mismo medio de la sangre, y eran criaturas amontonadas a un costado de la vida, después, mucho después que se marchan los barcos con el oro y la plata y con los trigos, y solo quedaron aquí sombras de piedra, cansancio, y una tierra que habría de recoger a todos los que una vez se inclinaron para bendecir su entraña. No, no creo en tus cuentos. Ahora me pasa el cielo por sobre la sombra de mi sombra, y los insectos se marcharán conmigo, luego, cuando los ojos se me mueran de estrellas, o cuando se me acerquen los gatos para saber si en mis manos aún permanecen todos los gritos del aire y de la noche. SOLOS Desde hace rato –milenios- que están amontonando nuestros huesos, desmenuzándonos, haciendo con ellos pirámides, catedrales, grandes edificios para los amos, que nos marcan los nímeros, las palabras, los días de la muerte, y es entonces que nos quedamos aquí, esperando, nos retorcemos los dedos, frotamos lámparas contra los inviernos y nos salimos por la otra parte de los octubres, de los trenes como trompetas al aire, y no hay nadie que nos coloque de frente al único resplandor que nos surge de la sombra. Adónde están, preguntan ellos, entonces, para dónde se arrastran o se mueren, o en qué rincón clavan las uñas, se desangran, por encima de los pétalos, por encima de tantas soledades, de tanto silencio de sangre en los hijos. Pero nada cambia por eso, es lo mismo siempre, desde el primer viento, nacemos y nos derrumbamos , solos, sin nadie sobre nuestro barro, sobre nuestro aullido, sobre nuestra ceniza, nada más que nosotros, solos, que somos desde el sollozo y el aire, hasta el relámpago, y no sabemos aún, ignoramos nuestra mano de hombre, nuestro puño, ignoramos que solo nos acompaña nuestra sangre, que somos nosotros, nada más, y nuestra sangre, la espuma perfumada de la tierra. Para hacer un poema Si tienes una sartén en casa, una sartén vieja, por supuesto, si tienes el retrato de una muchacha que te mira desde 1945, o desde después, o desde antes, y si tienes también una calle por donde pasan chicos sucios, vagabundos melancólicos y por donde pasa siempre un lechero silbando, estás en condiciones de hacer un poema, si quieres, no quizás el más hermoso que se halla escrito, pero podrás decir por ejemplo: cuando se colgaba a nuestros muertos de losa lunes, cuando crecían caballos, estatuas y gendarmes, cuando se agrietaban granujas de calle y barrio en las esquinas de los trenes, cuando los hijos de perra nos mataban al Che y al Inti Peredo, cuando nadie, amor, te dijo volverás a encontrarlo en el secreto de los pájaros, ya estábamos cruzando lobos, inventando panes y colmenas levantando fosas y flores a tus pasos, volviendo de un amanecer hacia la noche, volviendo de la noche hacia la sangre. Y si además tienes puños, manos, sangre, pellejo y testículos propios, no hipotecados, no vendidos, no regalados, puedes decir: Y luego crecieron incendios y estallaban ciudades, nacieron hombres a la luz de América y cantaron su grito, nacieron hombres y se ensuciaron de banderas sucias y soldados, nacieron hombres y murieron de una muerte americana, y volvieron a nacer y a morir y a nacer otra vez, de a uno, de a cien, de a quinientos, y seguirán naciendo, siempre y muriendo y volviendo a nacer hasta que florezcan todas las sangres y las muertes, todas las hambres, todos los harapos, todos los pobres, todos los puños y los pechos americanos. No es gran coso, ya ves; no obstante, después podrías salir a la noche, mirar de frente a los espíritus maléficos, que siempre rondan por ahí, y comerte todas las estrellas, una a una, silenciosamente, bajo la sonrisa aprobadora de tus perros, que son también comedores de estrellas. ESTE MAR CADA VEZ MÁS ANGOSTO Estoy vacío, solo me quedan las tripas para gruñir, las uñas para arrastrar las estatuas lejos de sus barbas y su caballos, y una herida confiada en mi juventud para salvarse, pero no me desanimo, salgo a mirar la esquina de las calandrias, de la retama, del sauce, salgo para ver si las violetas ya se han metido en la nariz de mis perros, digo para mí viva yo aunque yo perezca, y no me importa que los vecinos me vean con la ropa de mis antepasados, que mi mujer sonría por la octava vez en la tarde, o que en el mundo no quede una sola luz para ennoblecer mis bigotes. De todos modos, ya nunca más seré lo que fui ayer, lo que soy ahora; la diferencia puede verse en el dibujo de las venas cuando las extiendo por las mañanas vacías, e en este mar cada vez más angosto que existe entre mi corazón y la choza de la esquina. SOY UN HOMBRE SOLO Soy un hombre sol; un hombre de cualquier día, de cualquier calle, de cualquier invierno; un hombre que tiene su noche completa, y a veces un mayo con perros y sombras en la mitad de la tarde. Soy un hombre solo. Hay que verme aquí, solo, entre puertas que se cierran al olvido y midiendo a ojo la hondura del mundo para ver si aún no ha crecido el hombre. Soy un hombre solo, sí, y me destruyo alba por alba de ángeles y recuerdos mientras compro monedas de luz para mi sangre y el amor se me acerca todos los días para nacerme. Soy un hombre solo, sí, de adentro para afuera, madurando mi espuma para ser de todos con el único pedazo de horizonte que me dejen, con el último fuego de mi carne. Faltan: Yo quiero una máquina Algo sobre mí mismo Mi corazón no es De este lado solamente hombres Los amigos en invierno Historia Los 18 whiskies de tu muerte, Dylan Thomas Para O.J.C. Cuando duelen los huesos Dejar la cruz en un rincón del bosque Él y yo Y entonces Un techo y un perro La séptima raza Si queremos vivir Los pobres caballeros Semáforo 17 Yo, el gato Vivir Los buenos tiempos Antes, en los buenos tiempos, salíamos mi perro y yo y algunos amigos, a esperar las cinco de la mañana, a esperar el sol, a esperar las nubes rosas con jirafas, a esperar un canto de gallo, un pedazo de viento, y nos poníamos cada uno un gorrión sobre la cabeza para que la gente fuera más feliz camino al trabajo, para que los vendedores y compradores de almas se arrojaran al río todos juntos, o todos oscuros, y los chicos merodeadores de mendrugos y las muchachas nos saludaran sonriendo, y el mundo fuera así menos estúpido, con menos bebedores de sangre en cada chimenea. Kulumba Es mentira que eso de que Kulumba toca la rumba, Kulumba nunca existió, o existió y se lo comieron los ingleses una tarde, los ingleses borrachos, con sus mujeres y sus hijos borrachos, porque Kulumba tal vez lustraba botines, lustraba botines por unas monedas y nunca cantaba, porque Kulumba acaso era mudo, porque Kulumba acaso siempre estaba triste, porque a Kulumba los ingleses le comieron los padres, los abuelos y los bisabuelos, porque a Kulumba los ingleses le comieron sus cinco hermanos, porque a Kulumba lo comieron los ingleses una tarde, todos lo vimos, pero dejamos que a Kulumba se lo comieran los ingleses. EL HOMBRE LIBRE Estaban los dos hombres en un calabozo. ¿ Por qué estás preso?- preguntó uno. Porque soy libre- contestó el otro. ¿ Y qué es la libertad? La libertad no existe, como no existe el hombre. Sólo existe el hombre hambriento y el hombre libre. ¿ Y qué es ser un hombre libre? No decir y no hacer lo que los hombres libres quieren que uno diga y haga. ¿Y si te obligan? El hombre libre se rió. Precisamente – dijo-, ahí está la fuerza del hombre libre. Nadie puede obligarlo a decir ni hacer lo que no quiere. Sin embargo – dijo el otro-, ahora, por ejemplo, te obligan a no estar con la mujer que amas. ¿Y quién te dijo – contestó el hombre libre- que no estoy con ella? Vamos a ver Vamos a ver, mejor dicho tendríamos que ver, mejor dicho ya hemos visto mucho de lo que hay que ver, hemos visto mucho pero no hemos tocado, mejor dicho nos han tocado, nos han apaleado, nos han enjaulado, y hemos tenido poco, mejor dicho no hemos tenido nada, mejor dicho hemos tenido hambre, a veces, dolor en los huesos, dolor en las uñas, dolor en las tripas, dolor en los hijos, dolor en la sangre, nunca hemos tenido otra cosa, mejor dicho nos han tenido, mejor dicho nos han dado vuelta del revés y del derecho, mejor dicho nos tienen, mejor dicho nos beben y nos respiran, mejor dicho nos empaquetan, mejor dicho nos empaquetan y nos despachan, mejor dicho nos entierran sin muchos honores, mejor dicho nos tiran a un pozo cualquiera, pero vamos a ver, mejor dicho tendríamos que ver, mejor dicho tendríamos que hacer algo, mejor dicho no solamente tocar la guitarra, mejor dicho no solamente decir que somos bravos, mejor dicho tendríamos que agarrar al mundo por las cuatro puntas, mejor dicho agarrar el mundo y darlo vuelta para que caiga todo lo que no sirve, mejor dicho para que caiga toda la basura. El lóbrego día El Lóbrego Día Que la oscuridad sea más potente que la luz Iré a refugiarme En la más Alta caverna Con tu amor Y el último perro del mundo. Condición de tigres Cuando Nos transformamos en tigres, Nuestras pupilas van al fondo de las entrañas Toda carne nos enternece y lloramos Por la mirada ansiosa de los hombres Por Su andar De pobres corderos perseguidos. Vemos Que todos marchan tras del pan, del minuto exacto. Del miedo Que No llegue El día siguiente. Pero Igual Los devoramos.

viernes, 18 de mayo de 2012

Matías Carestía: 3 párrafos 3 de Poema de Francisco de Quevedo y Villegas

Poema de Francisco De Quevedo Y Villegas. Breve informe Excelentisima majestad imperial: Hay el gran agrado de informar que el seguimiento de la partícula de consciencia autodenominada desde el momento de la introducción en el campo terrestre Korman de Lagar, luego Hilmud al Shafar, luego Francisco de Quevedo, luego Ericandro Wisolf ha dado el resultado esperado. En primer término, la partícula consciente de si, posose sobre el mundo y, no habitando otra conciencia que de contraste le sirva, creyose mundo ahí, donde al poco de perecer su carne (carne de mundo), comenzó el periplo la partícula primera. Como Hilmud al Shafar, la partícula medró cierto tiempo en el pueblo de los cantoneses, donde largo existió sin evidenciar conocimiento de su particular continum. Sin duda su altruísima majestad no lo ignora pero, no fue sino hasta la encarnización de la corporeidad denominada Francisco de Quevedo que las sospechas de un posible residuo de memoria en la partícula de consciencia comenzaron a hacer peligrar los destinos de la gran raza. Cómo no recordar, para el caso, esos sonidos gráficos que tanto hicieron tambalear las esteras de nuestro excelentísimo tribunal! "cerrar podrá mis ojos la postrera sombra..." y "mas no..." y un temerario (aunque azaroso) “…nadar sabe mi llama el agua fría…”. Abstraídos del tiempo, debimos esperar, es cierto, a que la carne triunfe sobre el alma y vuelva la partícula a girar, desde el fondo de la tierra donde fuera depositada, hasta llegar a los labios de su último exponente, Ericandro Wisolf que, derramando copiosa y salitrosa agua rogaba, confirmando en su temor lo infundado de nuestras sospechas, que por favor no se jale el gatillo sobre él, que no deseaba morir. Estos últimos dos testimonios demuestran que la consciencia no tiene memoria de su recorrido por lo que, en conclusión, el secreto de su altruísima majestad imperial está a salvo con los hombres que creen que hay polvo enamorado y cenizas con sentido. Se pasa revista de informe hasta el ultimo eón.

viernes, 11 de mayo de 2012

Bibliografía para la Unidad 2

Para la unidad que corresponde a poesía, vamos a trabajar con los mismos textos teóricos que el año pasado, así que pueden encontrarlos en el archivo del blog, en el mes de abril de 2011. De las poesías que aparecen seleccionadas, vamos a hablar en clase sólo de la de Quevedo. Recuerden que tienen que escribir tres párrafos sobre ese texto. Nos vemos el martes

miércoles, 18 de abril de 2012

Teoría Literaria III - 2012

Bienvenidos al blog. Aquí encontrarán los materiales con los que iremos trabajando durante el año, y algunas informaciones importantes de la cátedra. También queremos publicar, si se animan, los trabajos de ustedes.
Por ahora, pueden encontrar el programa, el texto de Benjamin y el de Piglia. Además, si tienen ganas de curiosear, están los archivos del 2011, de los cuales usaremos unas cuantas cosas. Por ejemplo, está la novela de César Aira, que pueden ir leyendo si no se aguantan las ganas.
Que tengamos un buen año
Sandra

La técnica del crítico en trece tesis - Walter Benjamin